viernes, 29 de enero de 2010

EL FANTASMA DE LA BIBLIOTECA WILLARD

 
Fundada en 1885, situada en la ciudad de Evansville, es el edificio más antiguo el estado de Indiana. La arquitectura es Gótica, con diseño Victoriano, el cual fue diseñado por James y Merrit Reid. El edificio está ubicado en el centro de la ciudad (21, First Avenue, Evansville, IN 47710), cuenta con más de 100,000 libros y es considerado un símbolo de la ciudad.
W. Carpenter
Fue construida gracias a Willard Carpenter conocido en ese entonces como "El Filántropo Excéntrico" el cual quería ser recordado por su generosidad, por tal motivo se propuso financiar una nueva clase de universidad, en la cual esperaba que educara "solamente a gente pobre, sin importar la raza, el sexo, el color, o la denominación". Un diario de Evansville llamó a esto "El Gran Esquema Educativo de Willard Carpenter". Lo anterior no pudo ser convertido en una realidad, en su lugar los Administradores de la Universidad de Willard propusieron fundar una biblioteca con los mismos medios.

Primera aparición

En el Invierno de 1937, mientras un vigilante de la biblioteca daba su ronda nocturna, se dirigió al cuarto de calderas con el fin de agregar carbón al horno de la calefacción.

El vigilante, quien contaba con una linterna para alumbrar su camino y su respectiva arma, siempre estaba a la expectativa, ya que era muy celoso de su deber. Repentinamente se quedó inmóvil, dejó caer su linterna y se reflejó en su rostro una mirada de asombro y pánico. Lo que estaba viendo era a una señora transparente, la cual estaba vestida de gris de pies a cabeza, y la rodeaba un resplandor sutil que le daba un toque por demás fantasmal.

Le pudo observar tan claramente que la describió como una mujer madura con vestido largo, como los usados en 1800, zapatos altos, sombrero y velo, todo en color gris.

Cuando el cuerpo le respondió, se agachó rápidamente para recoger su linterna y poder ver mejor la aparición ante sus ojos. Mientras el Vigilante trataba de mantener la calma, la imagen desapareció, y la habitación quedó de nuevo sola, en silencio.

El Vigilante, aterrado, abandonó las calderas (¿quién lo culparía de eso:). Cuando llegó con sus compañeros, se burlaron de él, pero desde ese día no volvió a la Biblioteca de nuevo.

Después de 1937

La aparición conocida como la "Dama de Gris", continuó mostrándose ante diversa gente, de muchas maneras y en lugares distintos.

La siguiente aparición fue también con un vigilante, el que suplió al anterior. Ya tenía información sobre el fantasma así que estaba más preparado. Él pudo verla varias veces, incluso trató de hacer contacto con varias veces, la "Dama de gris" a veces se mostraba tímida, confusa, serena o amistosa. Pero el contacto no pasó de ser visual.

Una de las apariciones más curiosas le ocurrió a un niño de 3 años, el cual acompañó a su mamá para buscar un libro. Como todos los niños se puso a jugar y no hacía caso de los comentarios de su mamá. Al poco rato regresó al lado de su mamá y se aferró a ella, con los ojos muy abiertos le contó que había visto a una señora de gris flotando.

Muchos de los trabajadores y usuarios de la Librería aseguran haber visto el fantasma de una mujer gris, que aparece y desaparece, y que recorre el edificio. Se ha detectado un fuerte olor a perfume antes o después de sus apariciones, se han registrado disminuciones a la temperatura, también hay reportes que grifos en los baños que giran solos, las luces se apagan y encienden solas y las puertas se abren y cierran, ante los ojos del personal o de usuarios.

Este fantasma inmediatamente ganó mucha fama, y las historias sobre él se multiplicaron. A tal grado llegó su popularidad, que en la película "Ghostbuster" de 1984 se hizo una escena donde los protagonistas (Peter Venkman, Raymond Stantz y Egon Spengler) se enfrentan en su primera "¿misión?" al fantasma de una mujer que aparece en una biblioteca (el resultado no fue muy heroico pero fue un buen inicio).

Tantas han sido las apariciones, y tantos los testigos, que el edificio ha sido objeto de muchos estudios. Actualmente la biblioteca tiene un sistema de Cámaras de Vigilancia dedicadas única y exclusivamente a la captura de imágenes de la "Dama de Gris", las cuales están situadas en la sala de lectura y en el área infantil.

Gracias a las "Ghostcam" se tienen muchas imágenes de este fantasma, también se han captado niños fantasma y cómo se mueven las pinturas. Estas cámaras cuentan con varios enlaces en la Internet, y cualquier puede "echar un ojo" para buscar a tan famosa dama.

¿Y quién es el fantasma?

Existen muchísimas hipótesis sobre quién es este fantasma. Hay personas que dicen que en el terreno de la Biblioteca había un cementerio y que la tumba de esta mujer fue perturbada. Otra comenta que la mujer quedó tan encantada con la biblioteca que sigue visitándola después de muerta.

Hay muchas variantes de las historias, donde mencionan un suicidio, una muerte natural dentro del edificio, la espera de un amor perdido, tesoros enterrados e incluso asesinato. Pero la más popular es que la "Dama de gris" no es otra que la hija de Willard Carpenter, Louise.

Cuenta la historia que Louise demandó a los administradores de la Biblioteca, diciendo que la decisión de su padre de fundar Willard fue por un problema psicológico y había sido engañado, y que el dinero invertido en la Biblioteca le pertenecía. Ella perdió la demanda y todos los derechos económicos sobre la Biblioteca. Después de su muerte su alma volvió a Willard Library a penar por siempre. Algunos dicen que su fantasma vagará hasta que todos los bienes invertidos en la Biblioteca sean devueltos a sus descendientes, que vuelvan a manos de los Carpenter.

La idea de que Louise Carpenter esté vagando en el edificio fue puesta en duda y casi es desechada ya que la "Dama de gris" es muy tranquila y amigable (aclarando, no tiene nada que ver con Casper) y Louise murió muy amargada y rencorosa. Además las ropas que usa el fantasma corresponden a mucho antes de 1890, la época en que vivió Louise.

Se hizo en 1985 una investigación Psíquica, hecha por Lucille Warren.

Lucille pudo entablar contacto con la "Dama de gris" en el área de niños, y dio más datos sobre su vestimenta y fisonomía. Como en otras ocasiones el fantasma se mostraba tímida para hablar con Lucille. El encuentro tuvo sus frutos ya que pudo ver que no recorre todo el edificio, sino unas cuantas áreas. También pudo observar que el fantasma miraba, con cierta melancolía, por la ventana fijamente el canal de agua, situado cerca de la biblioteca. Por lo cual dedujo que posiblemente se ahogo en él. Se pensó en una muerte violenta, tal vez un suicidio o asesinato. También pudo ver que la "Dama de gris" se muestra confundida ya que no parece entender qué hace el edificio en el área que ella acostumbraba recorrer.

¿Qué pasa ahora en Willard?

Durante casi 4 años en la década de los 80's no hubo noticias de ella.

Se pensó que ya había podido descansar en Paz. Fue hasta 1992 que un niño la volvió a ver en el Area de niños. Desde ese día se han registrado muchas apariciones a los usuarios y en las Ghostcam.

28 DE DICIEMBRE

 
Abrí los ojos. Todo a mi alrededor permanecía igual: La mesita de hierro, la silla de plástico de color marrón, un inodoro mugriento y visitado constantemente por las moscas y una pequeña ventana por donde se dejaban oír sonidos lejanos, inciertos... Todo igual.

En cambio yo no estaba como siempre. Sabía que en breves minutos vendría el sacerdote para infundirme valor y esperanza: valor para aguantar con entereza lo que hacía meses estaba anunciado y esperanza... supongo que la esperanza debía guardármela como pasaporte, como tarjeta codificada con la que abrir la puerta del cielo.

Valor y esperanza.

Valor para andar en dirección a la muerte. Un paso detrás de otro, un metro más, un metro más... valor para mirar a los que me odian y valor para aguantar sus miradas, su desprecio, sus ganas de matarme con sus propias manos.

Esperanza para que todo sea rápido, sin dolor. Para que esa descarga eléctrica salvaje y repentina no deje momentos de sufrimiento. Que todo sea inmediato, sin convulsiones, sin gritos...

El sacerdote se plantó de pie, delante de mí. No me había dado cuenta de que ya estaba dentro. Sus manos sostenían el Libro Sagrado y un discreto crucifijo de plata. En su expresión se adivinaba algo que, de momento me sorprendió, pero enseguida deduje que esa expresión era la misma que utilizaba siempre en estos casos.

Su pesadumbre implícita en el momento no me servía de nada. Sólo deseaba oír su voz, saber si su dicción iba a ser la adecuada en este momento, en que nada te sirve, en que sólo deseas que todo termine lo antes posible... Sólo deseas que el tiempo pase deprisa en su redonda representación.

-Hola... supongo que sabes por qué estoy aquí, ahora, contigo.
-Lo sé padre. Y creo que es porque no tiene nada mejor que hacer.
-Esto no es agradable... y lo sabes. Si te soy sincero, en estos momentos preferiría ser otra cosa que sacerdote.
-¿Y eso por qué?
-Porque las palabras no te sirven de nada ahora. Todo es irremediable... Ni Dios puede evitarlo.
-Sí padre, ni Dios puede evitarlo. Ni dios puede evitarlo...

La Ley de Dios no encuentra espacio en la ley de los hombres.
Y los hombres no encuentran a Dios cuando se trata de condenar a muerte.

-Ahora sólo puedo hacerte compañía, esperar contigo el momento.
-Sí padre, espere conmigo el momento.
Cuatro guardias esperaban en el pasillo. Esperaban a que el cura terminara... a que el reloj diese la hora señalada. Pero para nada esperaban a que yo les dijese que estaba preparado para morir.

Les miré a la cara, a los ojos. Todos ellos bajaron o volvieron la cabeza, excepto ella. Sí, ella, paciente... observándome, sin bajar la cabeza, penetrándome el alma turbada por el miedo.

Respiré hondo. Me levanté del catre diciendo a los guardias que el cura ya había terminado.
-Faltan dos minutos. Cuando se cumplan saldrás de la celda.

¡Ah cabrón! Dos minutos, dos jodidos minutos de espera para que abras la puerta y puedas oler el sudor que me empapa la camisa.

Ella sonrió al captar mi pensamiento. Sí, dos minutos de paciente impaciencia rondando por mi cabeza para volverme loco del todo. Un segundo detrás de otro. Una respiración detrás de otra respiración...

Ante mí se extiende un largo pasillo. En el suelo de éste, las sombras de los barrotes de las puertas quedan dibujadas por las luces de las pequeñas lámparas. Sombras ciertas, tajantes, sombras que hablan de límites y desesperación, de libertad racionada, de niebla que se extiende a tu alrededor confundiéndote, extraviando su valor en algún rincón oscuro e inaccesible. Y sin embargo, y por raro que parezca, estoy tranquilo, a pesar de que ella está detrás de mí, entonando una melodía desconocida y extraña. Pero entiendo a quién se la dedica: a mí, sólo a mí.

En sus manos una pequeña bola de cristal transparente gira sin cesar, de una mano a otra, recorriendo sus marcados pliegues, saltando por el angosto camino que forman sus huesudos y largos dedos. Algo me dice que en esa esfera está metida un alma... y ella juega con ella, decidiendo si la soltará para romperse en miles de trozos que se extenderán tanto que ni Dios podrá juntarlos, cuando quiera mirarme a los ojos y saber si dentro de ellos hay vida o hay negrura y muerte.. Cordura o locura. Y yo lo entiendo: no creo que quisiese volver a pasar por la experiencia de echar a otro ángel negro de su comunidad.

Y seguimos andando.

Pocos metros quedan ya para el final. Mis ojos sólo ven negrura y muerte. La tranquilidad me abandona tan de repente como había llegado. Allí, al final del pasillo, cuando éste se ensancha formando una habitación, está esperando lo que yo tanto temo: la electricidad... la muerte.

Comienzo a sudar con más intensidad. Mi corazón no late, o al menos eso es lo que yo pienso ya que no siento latidos, sino cañonazos. Todo mi ser se estremece ante la idea de que pronto me sentaré en esa silla horrible y rara, en que las manecillas del reloj clavado en la pared indicarán al domador que ya puede soltar a la fiera.

Ella sonríe, proporcionando a su rostro una mueca insoportable.
-Sí, el final se acerca – dice con despreocupación, como si el hecho de morir achicharrado no tuviese la mayor importancia. Pero en realidad nada me extraña: tiene en su manga todas las cartas ganadoras y eso la hace todavía más insoportable.

Puedo contestarle, pero callo porque todo se mezcla en mi cabeza: las palabras del cura, que a pesar de toda la sinceridad con la que me ha aclarado que nada tenía que decirme, está ahora leyendo párrafos para la ocasión, el eco de esas palabras, el eco de esas pisadas, el eco de los cañonazos que dispara mi corazón... y la sonrisa de ella.

Freno en seco. Detengo mi cuerpo, los de los guardias, el del sacerdote, el de ella. Todos me miran ala vez y en cada una de esas miradas hay una pregunta. Respondo a todas esas interrogaciones con un grito que me parte de las entrañas a velocidad de vértigo. Un grito largo, estremecedor hasta para mí mismo. El corazón dispara con más fuerza obligando al pecho a convertirse en un auténtico campo de batalla. Por mi espalda, rayos de electricidad suben y bajan provocándome temblores... pero todo es inútil.

Dos de los guardias me arrastran, como a un mueble viejo, en dirección a la sala, donde las miradas me esperan para clavarme a la silla.

El médico me toma la tensión. ¿Para qué coño querrá saberla si dentro de nada mi tensión va a elevarse por encima de cuarenta? ¡Da igual, da igual!

El sacerdote me mira, pero no directamente a los ojos, supongo que le falta valor.

Valor y esperanza...
Yo en cambio sí que lo miro directamente, con valor, sin esperanza, pero con valor. Lo mito pensando que es muy desgraciado... incluso más que yo en estos momentos.

Uno de los guardias me coloca una ventosa en la sien izquierda y otra en la derecha. Están frías... pero pronto el calor las calentará sin problema alguno.

Por unos instantes, me olvido de observar los preparativos para dedicarme a contemplar a las personas que esperan el desenlace al otro lado de los cristales. Y ninguno de ellos tiene valor para devolverme la mirada: estaba equivocado, muy equivocado. Todos ellos carecían del valor suficiente para mirarme, pero guardaban, sin embargo, la esperanza de saber que pronto moriría, que pronto desaparecería de sus vidas, convirtiéndome sólo en un recuerdo. Sólo una de esas personas sí que me mira: ella y sólo ella... esperando, esperando con las alas desplegadas y con la esfera preparada para estrellarla contra el suelo.

Otro guardia instala al lado derecho y muy cerca de mi brazo, un aparato con una palanca en su centro. Después inserta tres cables en él para luego introducirlos en el aro de metal que me rodea la cabeza a la altura de la frente. Tengo la cabeza sujeta, así como las piernas y el brazo izquierdo. Pero ¿y el derecho? ¿Por qué no el derecho?

Una quietud inoportuna se hace en la habitación. El silencio me oprime la garganta, tanto que pienso que también me han atado por el cuello.

Esperar, esperar con valor, con esperanza, esperar sin dolor, sin dolor. Un segundo, dos, tres, cuatro... La impaciencia penetra en mí como un hierro caliente. Quiero que todo termine, pero nada pasa, nada. No existe nada comparable al desasosiego que me embarga al preguntarme el por qué de esta espera... el por qué de tener el brazo libre, el por qué de esa palanca al alcance de la mano.
-Bien, es la hora... ¿dispuesto?
-A ti que te parece, carcelero de los cojones.
-Ahora debes accionar la palanca.
Ella sonríe de nuevo.
-¿Qué?
- La palanca. ¡Vamos hombre! Si no la accionas no habrá descarga.
-No entiendo. ¿Tratas de decirme que yo...?
-Sí. Tú debes darle a la palanca.
Ella me mira fijamente, viendo cómo los ojos se me inundan de agua.
-¿Debo matarme? ¿Es eso lo que tratas de decirme?
-Sí, ya te lo he dicho...
Las lágrimas comienzan a mojarme la cara. Estos cabrones pretenden que yo mismo me electrocute... debo estar soñando, soñando que soñaba que yo mismo me electrocutaba.

Ella ya no sonríe. Su cara se entrega a una risa malvada, traviesa y malvada como la de un loco.
-Tú, hija de puta, ¿de qué te ríes?
Joder, ¿qué está pasando aquí? Sé que estoy condenado a muerte, conozco la sentencia desde el mismo día que me trasladaron al corredor de la muerte. Lo sé, lo sé, losé... Primero en el mes... Dijeron que la sentencia se haría efectiva en Diciembre. Pero, ¿y el día? Vamos a ver, hoy es, hoy es... sí, hoy es veintisiete de Diciembre... hoy es...

Ella ríe con intensidad, con fuerza, sin ningún escrúpulo, sin respeto... Pero miro el calendario que está justo al lado del reloj y compruebo que hoy es...
- ¡Hijos de puta! Hoy es el día de los inocentes. Hoy no es veintisiete... ¡hijos de puta! ¡Yo ya tendría que estar muerto, ya tendría que estar muerto...!
Lo comprendo todo: el dejarme el brazo derecho libre, la palanca, las palabras del guardia... todo.
Comenzó a gritar de rabia, de impotencia. Sólo quería librarse de las correas para pegar, para insultar, para llorar en un rincón. Pero con sus movimientos para librarse de las correas, el codo derecho empujó la palanca que activó la electricidad alcanzando por entero su cuerpo.

Ella despegó, soltando la esfera, que rompiéndose en miles de trozos, liberó el alma atormentado de aquél que había sido víctima de una inocentada.

Ella se introdujo en su cuerpo buscando el hilo que aún mantenía la chispa encendida, para apagarla por completo. Y después, volvió a desplegar sus alas, para alejarse de allí, de él y de su ignorancia.

El sacerdote se acercó a su cuerpo aún humeante... pero no demasiado, ya que, aún le faltaban el valor y la esperanza de saber que algún día podría dejar de lado los días oscuros destinados a reconfortar el espíritu de los condenados, incluido el 28 de Diciembre.

LA FIESTA DE LA SANGRE

¡Tengo que escapar!! ¡¡He de huir como sea!! pensaba Kassandra, ya al borde de la extenuación. Había perdido ya el segundo zapato a unos trescientos metros de allí y los guijarros que se le clavaban en las medias rotas durante su angustiosa carrera se abrían paso en su piel, haciéndola sangrar.

Todo había comenzado apenas una hora antes, en aquella tarde de la fiesta de fin de curso. Kassandra había quedado con sus compañeros de clase para la cena de fin de carrera, luego irían a una fiesta que habían organizado en un viejo garage. La fiesta comenzaría a medianoche, y pretendían alargarla hasta que naciera el sol.

La chica salió de su casa y se dirigió tranquilamente hacia el local en el cual habían quedado todos, pero... De repente notó una presencia cercana. Alguien la seguía, lo notaba, aunque ni siquiera había vuelto la cabeza para comprobarlo. La inquietud hizo que apresurase su paso mientras intentaba tranquilizarse a sí misma.
- Bah, serán tonterías mías ¿Quién me iba a seguir sin razón?
El aliento ardiente que sintió en la nuca hizo que cambiase de idea.
Se volvió sobresaltada, mas...
- ¡¡Es imposible!! ¡¡Si no hay nadie!!
La angustia empezaba ya a anidar en su corazón, que latía cada vez más aprisa.

Comenzó a correr chocándose con la gente que transitaba por la acera. Mientras tanto, el sol moría en el horizonte... Y, al doblar una esquina, girando la cabeza, divisó por breves instantes a un horripilante ser de sádico gesto.

Aquel hombre la miraba con ojos hambrientos enormemente abiertos, era pálido como la luna y lucía ropajes fúnebres. Su pelo parecía más bien una larga greña enredada, negra y sucia.

Kassandra ahogó un grito en su garganta y continuó corriendo desesperada, mientras, sin darse cuenta, se iba adentrando en el parque. Una vez allí se escondió tras el grueso tronco de un árbol para recuperar fuerzas.
- Uf, creo que le he despistado, menos mal. ¡Qué tío tan raro, cuando se lo cuente a estos... van a flipar!
Poco a poco la chica fue calmándose. Recompuso su vestimenta y se alisó el pelo, corto y castaño claro, que se le había ondulado levemente por la tensión y el sudor de la reciente carrera.
- ¡¿Quién me mandaría a mí ponerme estos malditos tacones?!
Se quitó el zapato izquierdo, lo puso en el suelo y empezó a masajearse el dolorido pie.

El suspiro largo, caliente y profundo que entró por su oído derecho la hizo estremecerse de puro pavor. Sin tiempo para reaccionar ante el violento empujón, cayó estrepitosamente al suelo, golpeándose en ambas rodillas y en las palmas de las manos.

Procuró levantarse lo antes posible. Sus rodillas habían comenzado ya a sangrar, para colmo de males, un cristal se le clavó en una mano al caer. Gritando de dolor siguió corriendo, esta vez en dirección contraria, intentando escapar del parque, pues auguraba un trágico final para ella si seguía permaneciendo allí.

Prosiguió su huída cojeando, maltrecha, sucia, rota y sangrienta hasta alcanzar la calle principal de la ciudad, que, inexplicablemente se hallaba desierta.
- ¡¿¿Dónde está la gente??! ¡¡Que alguien me ayude!! ¡¡No quiero morir!! -gritaba la muchacha desesperadamente. Pero no encontraba respuesta a su desolación.
Se detuvo para volver el rostro, pretendiendo comprobar si aquel horrible ser aún la seguía.
- Menos mal que el garage ya está cerca, una vez que llegue... ellos me ayudarán.

Entre tanto, aquel extraño ser había exterminado a su paso a media ciudad, y aún se reservaba lo mejor para el final. Se elevó extendiendo los brazos y apareció frente a Kassandra con una sonrisa maliciosa, mostrándole unos colmillos brillantes, largos, aún sedientos a pesar de estar goteando sangre que se derramaba sobre sus negros ropajes.

Kassandra se postró a sus pies, llorando enloquecida.
- ¡¿Qué quieres?! ¡¡No me mates, por favor!! ¡¡Haré lo que tú me pidas!!
El hombre soltó una sarcástica carcajada que resonó en la calle vacía chocando contra la oscuridad.
-¿Quieres saber qué pretendo? ¿Aún no te ha quedado claro?
Agarró sus muñecas con violencia, poniéndola en pie. Kassandra estaba totalmente aterrorizada.
- Hermosa Kassandra, te quiero a ti, y lo único que pretendo es que me muestres dónde están tus amigos.
La chica, con la mente bloqueada, no se paró a pensar porqué aquel raro sujeto conocía su nombre o sabía de la existencia de sus amigos.
- Llévame donde ellos están, y te dejaré marchar. Sin rencor ni venganza -añadió con una afable sonrisa.
La chica señaló al fondo de la calle, donde se alzaba un viejo garage del que surgía una alegre música.
- Estúpidos humanos y sus inútiles diversiones - farfulló el vampiro, agarrando a Kassandra del brazo.
Ambos se dirigieron hacia el fondo de la calle.
- Están aquí -Dijo Kassandra al llegar frente a la puerta del garage- ¿Soy libre ya?
- Llámales, y cuando abran la puerta serás libre.

La chica, nerviosa y excitada, golpeó la puerta de lata para que los demás la abriesen desde dentro.
- Hasta aquí te ha llevado tu egoísmo, Kassandra.

Mientras la puerta se iba abriendo lentamente, aquel horrible ser desgarró su cuello y comenzó a tragar el tibio y rojo líquido de sus entrañas hasta dejarla sin vida.

Al abrirse del todo la puerta la cerró con fuerza tras él, y , lanzando el cadáver de Kassandra ante sus estupefactos amigos, con ojos de sádico y estentórea voz, les gritó:

- ¡¡¡¡BIENVENIDOS A LA FIESTA DE LA SANGRE!!!!

fin.

moraleja (1): No vayas tanto de fiesta...
moraleja (2): No te fies de un vampiro.

PASAPORTE A LA INMORTALIDAD

 
....Oh, lo siento. No quería... claro que quería. ¿Cómo te atreves a rechazar la oferta más tentadora que te han podido hacer en tu vida? ¿Cómo puedes decirme que no, aun sabiendo que te amo y que tu deber es estar conmigo hasta el fin de los tiempos? Pero ya es demasiado tarde. Me hiciste enfadar y ya puedes ver los resultados.

Sí, ya sé que sólo te quedan algunos instantes, con suerte seguirás viva por unos cuantos minutos, pero no digas nada. Tú te lo has buscado.

¿Podrías callarte por un minuto? Así está mejor. No deberías gastar tus últimas energías gritando, elegí este sitio precisamente porque está alejado de todo. Los aldeanos le temen a este bosque aún de día; piensan que entre sus ramas se esconde algún tipo de fuerza demoníaca dispuesta a llevarlos al infierno. Y sí, tal ves tengan razón. Pero no te inquietes, dentro de poco podrás comprobarlo por ti misma.

Si sigues gritando te voy a golpear muy fuerte.

Te lo advertí. Si lloras será por algo que valga la pena. Bueno, sigamos. Creo que te había mencionado algo acerca de mi nacimiento real, aunque muy superficialmente, porque no estabas preparada para conocer toda la verdad. Es más, en tus ojos sigo viendo algo de incredulidad y el anhelo de que todo esto sea una pesadilla producida por la torta que comiste hace poco. Pues lamento decepcionarte cariño, el sufrimiento del que eres víctima ahora es real, y en este universo no hay héroes con superpoderes dispuestos a defender a inútiles e indefensos humanos como tú. Puede sonar fuerte, pero toda tu especie está destinada a ser el sustento de una raza superior: la mía.

Si pudieras levantar la cabeza podrías ver lo hermosa que está hoy la luna... Parece un gran ojo de luz; el único y silencioso testigo de nuestro encuentro. Me pregunto cuantos rituales como este habrá presenciado, cuantos gritos, súplicas, ruegos, llantos y otras vanas expresiones habrá oído sin hacer nada...

Sinceramente creo que ella es la única aliada con la que he contado siempre. ¿sabes? En mi horario de todos los días estaba el esconderme en las ramas de aquel hermoso pino que hay a la entrada de tu casa a ver como en una película tus encuentros prohibidos con Mario. ¿Crees que no sé que perdiste tu virginidad entre los árboles, que tuviste que lavarte con el agua de la fuente y que te encerraste esa noche más temprano que de costumbre sólo para poder excitarte a solas con el recuerdo de tu amado?

Pues sí, sé eso de ti y muchas cosas más. Y todo gracias a esa dama plateada que se escondía para que no pudieras verme mientras te bañabas en el lago que hay atrás de la casa, que iluminaba mis noches de agonía cuando me perdía entre el bosque a llorar por el amor sin esperanzas que envenenaba mi alma todos los días... y la misma que llenó de luz la noche en que encontraron a Mario decapitado entre el bosque en el que ahora te estás muriendo.

¡Ah! No. Desde luego que no. ¿Cómo puedes pensar que en esa época yo tenía la capacidad o la intención de matar a algo más grande que una mosca? Además en ese entonces todavía sentía algo de respeto por la vida de todas las personas, por miserables que fueran.

Él lo hizo. Mi creador supo granjearse mi aprecio y lealtad eternas con ese único regalo...

Adivinaste: Me regaló su cabeza. ¿Y qué? A la larga ya estaba muerto, sólo variaba la presentación.

No me mires así. Para una mujer mortal esto puede parecer asqueroso pero nosotros podemos ver la intención detrás del acto y admirarlo en toda su plenitud.

¡Ja! Ahora su cabeza (era hermosa después de todo) adorna junto con otras la chimenea de mi casa. La conservo con una loción que mi maestro me regaló hace ya muchos años, y que impide que se descomponga. La expresión de su rostro es horrible, debí habértela enseñado antes. Su boca refleja todo el dolor y el miedo que debió haber padecido antes de morir... es toda una obra de arte.

Hey, no llores. ¿Sabes que él te está esperando en el infierno, sabes que él es el que te ha impulsado a rechazar mi oferta de vida eterna y ha hecho que tenga que acabar contigo, sabes que tu amor por la vida y tu poco novedoso miedo por lo desconocido han hecho de ti lo que ahora ves: una hermosa y ensangrentada chica en medio del bosque, con su cuello totalmente destrozado y con los segundos contados?

¿Por qué te niegas a mirarme? Fui tu amigo durante años, y hasta te elegí entre todos lo que conozco (ya sabes porqué) para darte el regalo más precioso; el don que Dios les ha negado a los humanos durante milenios y que ahora se le entrega sólo a unos pocos; la maravilla que buscaron los alquimistas; lo que cualquier católico desea conseguir con su fe y sus oraciones: la inmortalidad.

Pero ya ves, todos mis esfuerzos se han esfumado por el aire con una sola palabra. Claro que sí. Eres una desconsiderada y una desagradecida. Piensas que un ofrecimiento como éste se puede rechazar así como así, que la vida no es gran cosa; que no vale tanto como para pretender prolongarla indefinidamente.

No. Ahora que estás viendo cómo se escapa la tuya segundo a segundo tu concepto se ha debido elevar un poco.

Por fin has dejado de llorar. Uhhmmm... Sigues viva, pero se nota que solo un esfuerzo sobrehumano hace que prestes atención a lo que digo. Gracias.

Vaya, todavía estás sangrando, pensé que te había dejado completamente seca. Bueno. De todas maneras, tengo algo de hambre. Lo mejor es que termine de saciarme contigo.

Ummmmmm............... deliciosa.

Ya no quedan más que unos segundos. Una última cosa: cuando estés el infierno acuérdate de mí y de la oportunidad que escapó de entre tus manos. Acuérdate de aquel que te amó como nunca nadie lo ha hecho, y que llegó al extremo de regalarte la única posesion segura que tienen todos los seres desde que vienen al mundo: su vida.

Ahora cierra tus hermosos ojos y piérdete en el río de la muerte donde todas las almas se mezclan sin pensar... algunas sin saber siquiera que están muertas.

Es de día. La aldea despierta con los gritos de una mujer desesperada: su hija ha ido al bosque con un viejo amigo y ninguno de los dos ha regresado. Los aldeanos corren a buscar el paradero de los jóvenes, aunque en el fondo todos saben cuál ha sido su destino. Este se confirma cuando horas después el cadáver de Mónica aparece en las entrañas del Bosque del Diablo. Parece dormida, pero la palidez mortal de su rostro y el cuello desgarrado sin una sola gota de sangre dicen lo contrario. No hay rastros de Juan, aunque debe estar en el fondo del río en otro paraje del bosque.

El pueblo vuelve silencioso a casa. Ninguno cobrará venganza alguna por la muerte de esta jovencita y de su acompañante, es más: nadie nunca buscará a su asesino.

Por la noche, la dolorida madre coloca un collar de ajos sobre el osario de su adorada niña. El cuerpo ha sido decapitado e incinerado previamente, pues la aldea no puede permitir la proliferación de los vampiros en zonas cercanas, sólo digamos que ya tienen suficiente con el que viene todas las noches a llevarse a un inocente.

SE ME OLVIDO DECIRTE QUE TAMBIEN YO TE AMO..

 
Me paso los días separando las lentejas del arroz.
A veces me dan las dos de la mañana guardando cada legumbre dentro de su frasco. Si no hubiese sido tan torpe e impulsiva nada de esto hubiera pasado, si hubiese calculado bien el espacio...

El caso es que Felipe y yo discutimos mucho.
Felipe es mi novio, llevamos tres años juntos y desde hace uno compartimos piso.
Yo pensaba que, viviendo juntos, todo nos iría mejor, pero, desgraciadamente, no es así. Cuando no estamos enfadados y sin hablarnos, estamos discutiendo, y si no, de pelea. Hace poco, nuestras peleas pasaron de ser solamente verbales a llegar a las manos, con empujones, patadas, tortazos e incluso mordiscos.

Las discusiones siempre empezaban por una tontería y de la manera más absurda.
La verdad es que no sé como podía aguantar su prepotencia, su manera de ver y hacer las cosas, como si él siempre estuviese en posesión de la verdad, de la razón y sobre todo no sé cómo aguantaba su forma de ser, tan agresiva. Si yo hubiese sido más pacífica, nada de esto hubiera pasado, pero es que yo jamás he sido dócil ni sumisa y no iba a cambiar esto por él ahora.

Lo de las lentejas y el arroz fue la gota que colmó el vaso.
Aquella tarde yo estaba sola en la salita viendo la televisión, era un programa de talk-show, sí, de esos en los que la gente sale del anonimato para sacar fuera los trapos sucios familiares y exponer su vida públicamente. No es que me guste este tipo de programas, al menos especialmente, pero es que, para qué negarlo, a veces lo único que me reconforta es ver que hay personas que lo pasan aún peor que yo. Sé que es un cruel modo mío de ver las cosas pero... Así que, estaba yo tan tranquila intentando imaginar como era la vida de aquella mujer, madre soltera de un chico deficiente mental (¡Qué palo! ¿no:) cuando Felipe irrumpió en la salita dando berridos.
- ¡¡Mariana ¿quieres quitar ese bodrio de programa de una puta vez!!?
- Cariño, si te molesta bajo el volumen, es que me interesa saber cómo se las apañó esta pobre mujer para sacar a su pobre hijo mongólico adelante.
- ¿Qué coño te importa a ti eso? ¡Que lo quites te he dicho¡

Me levanté del sillón e intenté encararme con él:
- ¿Por qué? Yo no te digo nada cuando tú ves esos documentales tan aburridos y me obligas a verlos contigo, yo me aguanto, aguántate tú ahora un ratito hasta que se acabe.

Noté que Felipe se iba sulfurando por momentos, tanto que, prescindiendo de palabras, me asió de la muñeca con fuerza y me golpeó en la cabeza con la mano.
- ¡Que lo quites!
Me fui a la cocina sin hacerle caso. Felipe me siguió para darme un fuerte empujón que me empotró contra el armarito de las especias y las legumbres. Este armarito tiene, mejor dicho, tenía las puertas de cristal. Las puertecitas se rompieron con estrépito chocando con mi espalda desnuda. Todavía se me saltan las lágrimas cuando miro mi espalda en el espejo, tan llena de marcas.

Dos botes de legumbres, el de las lentejas y el del arroz, se volcaron, mezclándose su contenido con los cristalitos de las puertas. Como a Felipe le han despedido del trabajo y yo gano más bien poco trabajando en la tienda de ultramarinos, era una gran faena lo que nos había pasado con las legumbres. Por eso es que me paso el día separándolos y devolviéndolos a sus tarros de plástico sin tapa.

Al principio era más difícil porque había cristales, así que lo primero que hice fue quitarlos y guardarlos en una bolsa de plástico que he metido dentro de la nevera. Y son las tres de la mañana y los botes aún van sólo por la mitad. Voy a coger un puñadito de lentejas, si es número par, seguiré con esto, si no, me iré a dormir y mañana haré lo que debí hacer hace ya un tiempo.

Diecisiete lentejas.

El número impar que cambiaría mi vida.

Hoy hay un programa especial en el talk-show. Espero que Felipe se eche una siesta lo suficientemente larga como para que pueda ver el programa entero sin problemas.

Felipe se ha levantado hoy de mal humor. Le duele la tripa y está cabreado porque no encuentra trabajo. Yo sigo a mis lentejas y a mi arroz...
- Mariana, ya te vale ¿Cuántos días llevas con el arroz y las lentejas? ¡Eres la mujer más torpe que he visto, está visto que tendré que hacerlo yo, porque tú no sabes!.

Yo no le hago caso, cojo la chaqueta, le digo adiós con la mano y me voy a la tienda, a trabajar.

Volví a la hora de comer y las lentejas y el arroz seguían tal y como yo las dejé. Felipe dormía y roncaba tumbado en el sillón con la televisión puesta en uno de esos documentales sumamente aburridos a los que es tan aficionado. Me preparé una tortillita francesa y me fui con ella a la salita. Lo primero que hice fue cambiar de canal porque ya iba a empezar el talk-show. Al poco rato, cuando más interesante estaba el programa (un chico homosexual contaba cómo tuvo que dejar a su novia al darse cuenta de que se había enamorado del hermano de ella), Felipe se despertó.

- ¡No me lo puedo creer, estás viendo esa mierda otra vez!

Mi mueca de descontento lo decía todo así que, ni siquiera protesté pero, eso sí, aferré el mando a distancia con todas mis fuerzas e intenté cambiar de tema de conversación.
- No has terminado lo de las lentejas y el arroz, cariño, y dijiste que lo harías
- Hazlo tú, que es para lo único que vales aunque seas tan lentorra.
- No pienso permitirte que me hables así ¿¡Me has oído!?.
- Cambia el canal, que quiero ver el documental.
- ¡No me da la gana!.
- ¡Qué lo cambies!.

Felipe se incorporó, levántandose del sillón, con gesto agrio, había verdadero odio en sus ojos y se avalanzó sobre mí para arrebatarme el mando a distancia, pero yo, más rápida que él, le clavé las uñas en el dorso de la mano y, mientras él chillaba de dolor, alcancé un cenicero de granito que había en la mesita del teléfono.

Felipe no se rendía, volvía a la carga una vez más para coger el mando y yo le golpeé con fuerza en la cabeza con el cenicero. Él se cayó al suelo sin sentido y en el siguiente corte de anuncios me di cuenta de que la alfombra estaba empezando a empaparse de sangre.
- Cariño ¿te duele? ¿por qué no me contestas?

Como me aburría, fui a la cocina a por la bolsa de la nevera, la de los cristalitos, y el corte publicitario era tan largo que se me ocurrió qué hacer con ellos.

Empecé a mover a Felipe y a pellizcarle, también le quité la ropa. Por fin conseguí que abriese los ojos y le dije:
- Ahora comprendo que tu modo de tratarme es la única manera en la que sabes decirme que me quieres ¿verdad?.
Él estaba como alelado.
- Anoche soñé que eras un tarro de legumbres, Felipe, y yo te guardaba los cristalitos-, dije mientras empezaba a clavarle los restos de las puertas por todo el cuerpo. Grandes lagrimones surcaban su cara y la sangre empezaba ya a asomar por la comisura de sus labios además de por las numerosas heridas que iba haciéndole en todo el cuerpo.
- ¿Querías el mando a distancia, no? Toma
Se lo puse en la mano.
Los ojos de Felipe estaban desorbitados y no podía moverse ni hablar. El pobre estaba perdiendo mucha sangre.
- ¿Quieres también la televisión, verdad? toma, toda para ti.
La empuje y cayó sobre su cuerpo desnudo y sangriento. Ahora Felipe olía a quemado.

Después fui a la cocina, acabé de barrer las lentejas y el arroz del suelo y me dispuse a salir de casa para no volver.
Eso sí, antes de irme, le eché una última mirada a lo que quedaba de Felipe y le dije:
- Ah, se me olvidaba decirte que yo también te quiero.

FIN

Moraleja 1:
Los documentales de la 2 y los talk-shows perjudican seriamente la salud mental.

Moraleja 2:
Es mejor tener dos televisores en casa.

EL AMANTE

 
Déjame salir
Sabía que pronunciaba las palabras en su mente pero que ninguna parte de su cuerpo respondía a la petición de auxilio.

Déjame, por favor
Tenía frío. Había humedad y estaba tan oscuro que la sensación era la de estar enterrada viva, quizás en un ataúd, quizás sobre tierra mojada... No podía percibir sobre qué estaba tumbada, sólo esa humedad...

Dime dónde estoy
No había repuesta. Podría estar realmente en un ataud, o en un pozo, o en un sótano... Pensar en ello le producía escalofríos y eso unido a su propia sensación de abatimiento, dolor y destemplanza le hacía creer que por su propio pie sería incapaz de salir del lugar donde estuviera encerrada.

Tengo miedo
Y lo tenía, un miedo profundo, en absoluto irracional. Un miedo lógico. ¿Qué hace una persona en esas circunstancias? No había luz, su cuerpo no respondía, sentía una presión en el cuerpo, más concretamente en el pecho y aunque sabía que no tenía tapada la boca ni atada las manos no encontraba la forma de darles movimiento.

Un flash de luz roja, ardiente, estalló frente a ella y tuvo la impresión de reconocer el lugar donde se encontraba. Milésimas de segundo le habían dado la pista, era su habitación. Yacía en su propia cama. Sin embargo no era posible. El olor acre no podía pertenecer a su hogar, la humedad de su cama no tenía sentido, y esa inmovilidad en su propia habitación era absurda. Si nadie le había secuestrado y no estaba atada ¿por qué no tenía poder sobre su cuerpo? ¿La habían drogado? Había oído muchas veces que existía una droga capaz de inmovilizar a una persona y hacerle parecer muerta. ¿Le habían hecho eso???? ¡No! ¡No, ella podía mover los párpados!.

La luz roja, además, le proporcionó una fuerte sacudida de calor. Su cuerpo pasó de la baja temperatura a la que estaba hacía unos minutos a un fuerte dolor producido por quemaduras en la piel. ¿Estaba desnuda? Aquello le horrorizó aún más.
Abrió y cerró los ojos repetidas veces de nuevo en la oscuridad y notó las lágrimas que recorrían sus mejillas para deslizarse hasta sus orejas.

Quiero irme
El dolor de las quemaduras le provocaron una mayor ansiedad. Si te quemas usas agua o alguna crema para evitar las molestias. Ella no podía hacerlo. Algo invisible la mantenía inerme e inmóvil.

Otro fogonazo. Rojo y amarillo. Calor. Quemaduras. Dolor lacerante.
Dios mío...

Se hubiera contraído en posición fetal si hubiera podido. El dolor le estaba llevando al desmayo y sólo una imagen fugaz que consiguió visualizar durante el nuevo fogonazo evitó que cayera en la inconsciencia.

Era un rostro animal, defectuoso, con una boca enorme de dientes maltrechos y oscuros, ojos negros y rojos, pelo en vez de piel (no es un perro, se aseguró) y garras en vez de manos.
Deja que me vaya –rogaba mentalmente.

Esta vez el fogonazo fue distintinto. No fue luz, fue dolor. Un dolor lacerante que estalló en su cerebro. Algo le decía que la sensación real había estado en su sexo, pero al estar casi muscularmente anestesiada el estallido de dolor lo había sentido únicamente en su cerebro aunque había notado el movimiento brusco que abriera sus piernas. Creyó ver estrellas donde no las había.
Notó arremetidas contra ella y supo que esta vez se estaba moviendo, rítmicamente, contra el cabezal, abajo, contra el cabezal, abajo, contra el cabezal....
Me están violando
Lloraba.

Su amante era violento y cada vez que le tocaba le producía una quemadura brutal, pero la chica ya no era capaz de pensar en ello. Se debatía entre la consciencia y la inconsciencia. Aguantaba porque quería saber qué o quién estaba haciendo eso con ella, pero ya no sabía si era capaz de percibir todas las sensaciones que aquella violación infernal le estaban produciendo realmente.
¿Estoy muerta?

Un gruñido masculino y animal le hizo abrir los ojos como platos. Casi se había dejado llevar por el cansancio y el dolor. No podía quejarse, no podía hablar, pero sí podía abrir los ojos.
Sus párpados se alzaron dando lugar a la imagen más monstruosa e infernal que la imaginación humana podía generar. Ante la visión nítida de su amante, ella se desmayó finalmente.

Despertó por la mañana. Las sábanas estaban ya secas pero había un círculo de la humedad que la noche anterior le provocó tanto frío. Se acercó a ella y olió a orina.
¿Qué recordaba de la noche anterior?
Había salido, había conocido a un chico guapísimo, tanto que parecía irreal, de piel oscura, rasgos finos, pelo negro y ojos oscuros. Atlético y extremadamente atrayente la había acompañado a su casa y mientras llegaban a a su habitación él le había dicho lo mucho que le gustaban los niños. Tras dejarla en la habitación para que se pusiera cómoda él había dicho que iba a cambiarse de ropa.
Se había quitado el disfraz de hombre.
Pero eso ella no lo sabía.
Porque la chica desconocía quién era su galán seductor.
Había venido del infierno.
Era un íncubo.
Ahora sólo quedaba esperar la gestación.

INCUBO: 1 adj.-s. Demonio que, según la opinión vulgar, tiene trato pecaminoso con una mujer, bajo la apariencia de hombre

BLOODY MARIE

 
Toda la policía del pueblo estaba reunida en esa casa, nunca se había visto algo igual antes, era una escena horrible.

“¿La media noche? No. ¿El infierno? Tampoco. ¿La muerte? Sería la mejor elección. El miedo no me deja pensar, estoy desesperada. Yo sé que no debí hacerlo. Ahora no me deja de atormentar.

Creí que era una broma… ¡Maldito sea el día que mencioné esas palabras por primera vez! Pero la tentación me carcomía... ya no puedo más, lo siento pero no lo soporto…”

Esto fue lo último que Amelie escribió, estaba escrito con una notable desesperación, en una hoja de cuaderno que encontraron junto a su cuerpo sin vida. La nota no fue todo lo que hallaron, en el espejo había una inscripción hecha con sangre que suponen era la que salía de sus venas cortadas mientras agonizaba: María Sangrienta, repetida una y otra vez.

La historia comenzó un catorce de Febrero, día de San Valentín, como cada año, una fiesta en casa de algún compañero de clase y todos estábamos invitados. Todos menos una, Karen, ella era la típica chica que no le agradaba a nadie, ya saben, botas militares, vestidos largos negros, maquillaje gótico y todas esas cosas. Vivimos en un pueblo muy tranquilo, y personas como ella no son bien vistas. Aunque nadie la invitaba, le gustaba ir a las fiestas a divertirse, aunque tenía una manera muy peculiar de hacerlo.

Muchos en el pueblo decían que ella y su madre eran brujas, y que habían matado al padre de Karen. Yo no lo creía. Por lo menos hasta el día de la tragedia.

Ella llegó como siempre a la fiesta, esta vez en casa de Brian, cuando ya todos estaban allí y acompañada de una chica extraña que nadie conocía. Pero esta vez fue diferente, no tomaron ni una sola cerveza, lo cual era muy extraño en ellas. Sólo llegaron e invitaron a una chica llamada Kristie a unírseles en un “juego”. Claro que Kristie se negó, la reputación de Karen no era lo bastante confiable como para “jugar” algo con ella. Entonces Steve, uno de los chicos del equipo de football de la escuela les pidió que jugaran con él, ellas se miraron, rieron y aceptaron.

Lo llevaron al baño y todos supusieron de que se trataba el juego, aunque la verdad ninguno tenía idea de lo que se trataba. Aunque se trataba de ellas dos, esas cosas pasaban en las fiestas así que no le dieron mayor importancia y casi todos habían olvidado que estaban en el baño, cuando de pronto un grito, no, más bien un alarido, salió del baño. Todos se alarmaron suponiendo que las dos “brujas” hubieran podido hacer una locura. Steve salió corriendo del baño y de la casa. Nadie sabía qué le pasaba, pero varios fueron al baño y encontraron a Karen y a su amiga con una cara de asombro viendo hacia el espejo. Había varias velas encendidas en el lugar, pero nadie imaginaba ni se atrevía a preguntar qué había pasado allí, sin quitar la expresión de sus rostros Karen y su amiga, de quien por cierto nunca se supo su nombre, salieron de la casa y se fueron caminando hacia el bosque.

Esto ocurrió un Viernes, al Lunes siguiente todos estaban esperando que Steve les dijera lo que había ocurrido en casa de Brian, y él trató de evitar el tema, pero era imposible quitarse de encima a todas esas miradas inquisidoras de quienes lo habían visto salir corriendo como si hubiera visto un fantasma. Y eso mismo le dijeron sus amigos: – ¿Qué demonios ocurrió en ese baño Steve? ¿Qué te hicieron esas brujas? Le preguntaron con insistencia – ¿Acaso viste un fantasma?.

– Un fantasma hubiera sido menos que lo que ví - Contestó al fin – Lo que ví en ese espejo no puede explicarse. – Todos lo miraron con extrañeza, pero sentían una curiosidad enorme por saber que había hecho correr como niño a un tipo tan grande y fuerte como Steve.

– ¿Han oído hablar de Maria Sangrienta? – Les preguntó a todos con una mirada perdida en el infinito.
– Yo sé que es María Sangrienta- Contestó uno de tantos que había allí y la atención se centró en él. – María Sangrienta es un juego del demonio, brujería para algunos. Es simple, siete velas, un espejo, te miras en él, cierras los ojos, cuentas: Una María Sangrienta, dos Marías Sangrientas, tres Marías Sangrientas, cuatro Marías Sangrientas, así hasta llegar a catorce Marías Sangrientas; luego abres los ojos y María Sangrienta aparece en el espejo… y trata de matarte, salir del espejo e intercambiar el lugar contigo. Al menos eso dicen. - Todos rieron y dejaron de prestar atención , continuaron con su día normal, todos menos una, Amelie, quien preguntó al chico:
- ¿Siete velas?- A lo que él contestó:
-No lo intentes nunca, podrías morir. Amelie sólo sonrió y se alejó.

Pasaron muchos días y el asunto no se volvió a mencionar. Pero no todos lo habían olvidado…

Amelie no había olvidado las palabras de ese chico, María Sangrienta, la idea revoloteaba en su morbosamente, una y otra vez, María Sangrienta, era tentador, una fantasía, un cuento de hadas. Pero ¿Quién ha dicho que las hadas no existan?. María Sangrienta, María Sangrienta, no había otra cosa en su mente, así que por fin se decidió…

Esa tarde no fue con sus amigas al cine, como solía hacerlo las tardes de los viernes, fue rápido a su casa. Por suerte para ella, sus padres no se encontraban en casa, aunque después ella hubiera dado todo por que no hubiera sido así.

Se dispuso a hacerlo, encendió las velas, y al encender cada una, contenía la respiración, cada vez era más lenta al encenderlas, como si un pequeño rasgo de arrepentimiento se le saliera del corazón, pero justo cuando estaba a punto de desertar del juego, escuchaba una voz en su cabeza. – María Sangrienta! – Era una voz extraña, un tono fuerte, casi como si fuera una orden, pero irresistible, la voz de repente parecía seducirla y Amelie volvía en sí misma, continuando con la siguiente vela. Cuando por fin encendió la séptima vela, esperó un poco, algo la detenía o la intentaba detener, su sentido común tal vez, pero lo ignoró, esa voz extraña fue más fuerte que la suya misma.

Se miró al espejo, fijamente a los ojos, no se reconocía, era otra mirada, en ese momento dudó más que en ningún otro, pero la voz se hacía más fuerte:
- María Sangrienta! María Sangrienta! María Sangrienta!
Sin saber por qué, cerró los ojos, los apretó, sus puños se apretaron, estaba en el momento más tenso de toda su vida. De pronto le empezaron a salir las palabras de la boca: Una María Sangrienta!- Había roto el silencio. –Dos Marías Sangrientas! Las manos le comenzaban a sudar –Tres Marías Sangrientas! Cuatro Marías Sangrientas! Cinco Marías Sangrientas! Ya no podía dar marcha atrás –Seis Marías Sangrientas! Siete Marías Sangrientas! Ocho Marías Sangrientas! Estaba aterrorizada. –Nueve Marías Sangrientas! Diez Marías Sangrientas! Once Marías Sangrientas! Doce Marías Sangrientas! Trece Marías Sangrientas! – Se detuvo, respiró y lentamente y con toda la fuerza que le quedaba… – ¡¡¡Catorce Marías Sangrientas!!! - Lo había hecho, pero aún podía arrepentirse, aún podía mirar hacía otro lado en lugar del espejo… Pero algo dentro de sí misma la obligó a abrir los ojos en ese instante… No lo podía creer, miró al espejo, tenía la vista borrosa por haber cerrado tan fuerte los ojos, pero estaba allí esa silueta definitivamente no era la última que había visto antes de cerrar los ojos, cuando su vista se aclaró, trató de lanzar el más poderoso de los gritos, pero no pudo. Ella estaba ahí, no lo podía creer, era María Sangrienta. Su corazón pareció detenerse, al igual que el tiempo, intentaba dejar de mirar al espejo, pero no podía algo se resistía a que lo hiciera, ese rostro la enloquecía, era horrible, lo más horrible que podía existir. En los ojos se veía el mismo infierno en sus labios el sufrimiento, la única palabra que se le ocurría a Amelie era Miedo, no podía pensar, no podía moverse, sólo mirar a esa mujer en el espejo, hasta que desmayó, de miedo, de desesperación o por obre de María Sangrienta, no lo sé, sólo se desmayó…

Cuando despertó, estaba recostada en su cama, era Sábado por la mañana, todo parecía estar tranquilo, su padre entró en la habitación, la despertó con un beso en la mejilla, como lo hacía todos los días, ella se sintió tranquila. Pero algo así no se olvida, sin embargo lo vio como una pesadilla, un sueño malo. Así que salió de su habitación, saludó a su madre con un fuerte abrazo, estaba feliz, fue de nuevo a su cuarto, miró por la ventana, respiró el aire fresco de la mañana.

Después de contemplar la belleza del lugar donde vivía, fue hacia el baño, pero de pronto todo se volvió negro, cuando miró al espejo, ella estaba ahí. El bello rostro de Amelie se había convertido en esa horrenda imagen, era María Sangrienta de nuevo. Amelie se metió a la regadera y abrió la llave del agua fría, comenzó a llorar. No había sido una pesadilla. Salió del baño hacia su cuarto, se puso lo primero que encontró, tomó una liga para el cabello, trataba de actuar como si nada hubiera pasado, pero estaba temblando.

Levantó la mirada para verse en el espejo, necesitaba verse de nuevo, pero cada vez que intentaba ver su reflejo veía a María Sangrienta, no lo podía evitar.

Salió de su casa, sus padres no sabían a dónde se dirigía, la notaban extraña, pero confiaban en ella. Amelie no podía hacer otra cosa que ir con la única persona que sabría qué hacer, Karen. Así que eso hizo, fue directo a donde vivían de Karen y su madre. El trayecto fue traumático, en cada lugar en que veía su reflejo, estaba María Sangrienta. Por fin llegó a casa de Karen, y la encontró.

Le pidió, le suplicó que la ayudara. A pesar de no interesarle, Karen le preguntó que había pasado. Y escuchó lo que Amelie tenía que contarle. Cuando Amelie terminó de hablar, Karen sólo comenzó a reír, y dijo a una casi desesperada Amelie:
- Jugaste con algo que no podías controlar, no puedo hacer nada por ti. -Karen entró a su casa de nuevo, Amelie suplicaba, pero Karen no la ayudaría, no podía hacerlo, nadie podía.

Amelie se apresuró a regresar a su casa y cuando llegó subió a su cuarto y no salió hasta el día siguiente. De nuevo su padre la despertó, pero ésta vez ella sabía que María Sangrienta no estaba sólo en sus pesadillas.

Cuando bajó, sus padres notaron que no estaba maquillada, eso era extraño, pero no le dieron importancia. Desayunó como siempre, muy ligero, y dejó la casa para dirigirse a la escuela. Si hubiera sabido que esa sería la última vez que vería a sus padres…

Llegó a la escuela, se cuidó de no mirar a los espejos, pero era imposible, siempre había algo en que reflejarse. No quiso decirles nada a sus amigas, porque creerían que había enloquecido, pero no estarían tan lejos de la realidad. Amelie cada vez se sentía más y más atrapada, no podía controlarlo más.

Decidió enfrentarlo una vez más, reunió todo el valor que puede tener una joven de su edad, y se dirigió al baño de la escuela. Allí cerró los ojos con fuerza, y cuando estuvo frente al espejo los abrió. Esta vez la imagen había cambiado, aún era María Sangrienta, pero ya no estaba quieta como fotografía, extendía sus brazos hacía Amelie, como si intentara tomarla de los hombros. La impresión casi desmaya a Amelie, pero lo soportó y volvió a mirar al espejo, la imagen de María Sangrienta se acercaba cada vez más rápido.

- ¡Aléjate!

Después de ese grito, reinó un silencio sepulcral, unos segundos después en los pasillos todos escucharon cómo se rompía el espejo. Varios corrieron a ver qué había sucedido, pero Amelie salió del baño corriendo antes de que el primero llegara a ver qué pasaba.

Amelie corrió hacia su casa, no había nadie, su padre trabajaba, su madre había salido. Amelie subió corriendo, entró al baño y miró al espejo…

María Sangrienta ya no estaba más ahí, respiró con tranquilidad como hace mucho que no la hacía. No lo podía creer, la solución había sido muy fácil: Romper el espejo en que María Sangrienta estaba…

Pero ese era un error muy grave, cuando se volteó para caminar hacía su cuarto, vio algo más impactante que el reflejo de María Sangrienta, era María Sangrienta, pero no un reflejo, era ella en persona. Era aún más aterradora que en el espejo: Los ojos en blanco, se veía como una anciana, Amelie quiso mirarle los pies, pero María Sangrienta flotaba y no parecía tener pies.

Amelie corrió hacía su cuarto y se encerró, miró el espejo, y no lo podía creer, era ella reflejada, pero no como se conocía tenía los ojos en blanco y vestía de negro. No entendía lo que pasaba…

Tomó un cuaderno, arrancó la primer hoja y comenzó a escribir:

“¿La media noche? No. ¿El infierno? Tampoco. ¿La muerte? Sería la mejor elección. El miedo no me deja pensar, estoy desesperada. Yo se que no debí hacerlo. Ahora no me deja de atormentar.

Creí que era una broma… ¡Maldito sea el día que mencioné esas palabras por primera vez! Pero la tentación me carcomía... ya no puedo más, lo siento pero no lo soporto…”

Después de eso, tomó un abre-cartas que tenía en el tocador y tomó la que le pareció era la única salida. Las cortadas que había hecho en sus muñecas sangraban mucho, pronto se desmayó y murió…

María Sangrienta seguía ahí, entró al cuarto de Amelie y no se resistió, no sabía si estaba viva, la tocó y se aseguró de que su corazón no latiera más.

No pudo evitar mirarse al espejo, lo hizo y con la sangre de Amelia, comenzó a escribir el nombre con el que la habían llamado siempre, María Sangrienta una y otra vez…

Ahora podía caminar, no flotaba más…

Pasaron muchas horas antes de que la madre de Amelie descubriera el cuerpo de su hija, pero cuando lo hizo no pudo creerlo, su hija estaba ahí fría y pálida, la sangre estaba por todo el piso. Después de unos minutos, la policía comenzó a llegar…

Unas semanas después de la muerte de Amelie, todos aún estaban de luto, pero sucedió algo poco común, una familia se había mudado ahí, y una joven muy hermosa era parte de esa familia. La joven entró a la misma clase en la que estaba Amelie, y se sentó en el mismo lugar que ella habría ocupado.

Cuando la profesora entró al salón, lo primero que hizo fue presentar a la nueva chica con todo el grupo:
-¡Todos atención! Hoy una nueva compañera se unirá a nuestra clase, permítanme presentarla, ella es Maria…

DEBAJO DE LA CAMA

La imagen que más le había impresionado en toda su vida pertenecía a una película de la cual no recordaba ni el título. Había una niña tumbada sobre su cama. Poco más allá, a su izquierda, había un espejo, y ella podía verse dormir. La luna reflejaba su imagen, y cada noche, por aquello del miedo que atenaza a los niños, la cría se miraba en el espejo y aprovechaba para ver si debajo de su cama había algo de lo que debiera tener conocimiento. Tras ver que no había nada se quedó tranquila. Unas escenas más adelante volvió a hacer lo mismo y luego cerró los ojos. Su mano cayó hacia el suelo. En un momento dado notó una humedad viscosa en su mano lacia y abrió los ojos sin atrever a moverse un ápice. Giró la cabeza hacia la izquierda y miró el espejo. Bajo su cama había un hombre con ojos de sádico, que lamía su mano con la boca sangrienta en un rictus perverso.

Aquella escena era la que más terror le producía, pero ella no tenía un espejo al lado de la cama para mirar si estaba sola en la habitación, y por más que había pedido a sus padres que le pusieran un espejo estos siempre le habían dicho lo mismo: no hay sitio. A un lado tenía el balcón y al otro un armario y la puerta. No cabía esa posibilidad, y ponerlo enfrente no tenía sentido.

De modo que Leticia miraba debajo de su cama nada más entrar en la habitación, con las luces abiertas y la puerta del cuarto abierta, por si tenía que gritar y ser escuchada por sus padres. Una vez comprobaba que no habia nada, cerraba la puerta para asegurarse de que nadie podía entrar, y tras leer algunas páginas de un libro de la colección del Barco de Vapor, se dormía con la luz de la lamparilla encendida. Más tarde, como cada noche, entraría alguno de sus padres para darle un beso en la frente y cerrar la luz. También cerraban la puerta por expreso deseo de ella. Si antes no habían entrado, después tampoco lo harían.

Una noche entró e hizo su rutina habitual. Cuando terminó abrió el libro que estaba leyendo, sus ojos consumieron ávidamente unas páginas y cayó rendida. Su madre entró veinte minutos después, besó su frente, cerró la luz y se marchó, dejando cerrada la puerta.

Leticia no pudo ver como media hora más tarde el pomo de su puerta giraba lentamente. La puerta no chirribaba, de modo que tampoco se enteró cuando ésta se abrió lentamente y “algo” que no tenía forma ni color se deslizó por el suelo sin hacer ningún ruido. Ella permanecía inerte sumida en sueños cuando la sábana que la cubría comenzó a deslizarse hacia sus pies. Un pequeño cosquilleo producido por el movimiento de las sábanas hizo que moviera las piernas incómodamente, casi en un arranque nervioso, pero no llegó a despertarla. Cuando las sábanas terminaron en el suelo Leticia comenzó a tener una pesadilla. Sus ojos, ocultos tras los párpados cerrados, se movían rítmica y velozmente. Mientras tanto un ser invisible a la vista humana, deslizaba parte de sí por las piernas desnudas de Leticia, provocando que toda su piel se estremeciera y el bello de todo su cuerpo se erizara. Un frio glacial recorrió sus pies, sus piernas, su cintura, su pecho y sus brazos y terminó llegando hasta su rostro como un suspiro mortal. Leticia sintió que el corazón se le congelaba y abrió los ojos en un rictus de horror. Respiró hondo y comenzó a hiperventilarse mientras sus manos se agarraban fuerte a la sábana de fondo. Cuando logró aminorar la velocidad de su respiración y su corazón volvió a su número de palpitaciones habitual, Leticia parpadeó un par de veces más y se centró. Algo fallaba. No era solo la pesadilla que le había despertado, había algo más. Era un presentimiento. En un moviento tan rápido como el miedo le permitió, encendió la luz de la habitación.

Sentada aún en la cama se miró las propias piernas y encontró la respuesta a su pregunta. La sábana que cubría su cuerpo ahora no estaba. Miró a un lado y otro de la cama sin apenas mover más músculo de su cuerpo que el del cuello, y no encontró la pieza que faltaba. De un bote se puso de rodillas y se acercó hasta los pies de la cama. Allí abajo, de forma circular, estaba toda la sábana que debía haber estado cubriendo su cuerpo. Comenzó a sentir otra vez el miedo que la había hecho hiperventilarse y su respiración volvió a agitarse. De haber sido asmática ya habría sufrido un ataque. Era una suerte ser una niña sana. Si hubiera tenido setenta años probablemente aquella noche habría muerto de un ataque al corazón.

Alargó el brazo para recuperar su sábana y se la echó por encima. Todavía luchaba por recuperar también la serenidad. Tenía tanto miedo que apenas le salió un susurro de la boca cuando creyó estar gritando “mamá”. Su carne de gallina y su bello erizado no la tranquilizaba en absoluto. Tras gemir comenzó a llorar. Si las palabras no salían de su boca, tendría que ir hasta la habitación de sus padres para dejarse consolar... y aquello también le provocaba pavor. La habitación estaba dos cuartos más allá, al fondo del pasillo. Pero si quería que hubiera alguien con ella hasta que consiguiera volver a dormirse, tendría que salir de su propia habitación. Con todo el valor que una niña de doce años podría tener, Leticia localizó primero las zapatillas para ponérselas lo más rápido posible y salir corriendo de allí. Pensó que si corría llegaría antes a la habitación de sus padres y podría meterse entre ambos para recuperar la tranquilidad y el sueño. Sólo sus padres tenían esa capacidad de devolverle la paz. Ella era muy joven, no podía hacerlo todo sola. Necesitaba dos adultos a los que amaba y en los que confiaba.

Decidida, tras localizar sus zapatillas, se abrazó a la sábana, se calzó y corrió hacia la puerta de su habitación. Fue entonces, cuando al alargar el brazo para abrir el pomo, se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. El miedo la paralizó de nuevo y sus ojos bailotearon de terror. No se atrevía a girarse y en el umbral permaneció el tiempo que a ella le pareció una eternidad. Sus pies no se atrevían a dar un paso más. Comenzó a hiperventilarse de nuevo y sintió marearse, y en un arranque último de valor extendió el brazo y abrió la luz del pasillo. ¿Iba a morir de miedo? Aquella duda consiguió que echara a correr hasta la habitación de sus padres pero fue tan rápida y torpe que se estampó contra la puerta semiabierta.

Cayó al suelo y se dañó un tobillo, pero provocó el suficiente ruido como para que su padre se despertara y abriera la luz.
- ¿Leticia?

La niña alzó su rostro poco a poco. Primero vio las baldosas del suelo, luego llegó hasta las zapatillas de su padre, y entonces miró debajo de la cama de matrimonio.

Antes de que la habitación comenzara a darle vueltas y cayera al suelo había podido ver que debajo de la cama de sus padres estaba su madre sobre un charco de sangre y un ser etéreo, como el cristal, al cual sólo se podía con los ojos de la infancia, lamía la barbilla sangrienta de su madre.

FIN.

jueves, 28 de enero de 2010

ESTACION GOUTEMBOROUGH


Miro la hora...son pasadas la 1:30 de la mañana. Miguel se fue a la entrada de la estación a ver si habia algun personal de seguridad que nos pudiera sacar de ahi. Me he quedado solo por el momento, sentado en el banquillo de espera, recordando lo bien que lo habíamos pasado esa noche. Fue una fiesta increíble. Camila en verdad sabe hacer fiestas. Ella es tan hermosa. Llego a preguntarme si la volveré a ver. Eh? ¿Pero en que diantre estoy pensando? Claro que la voy a volver a verMiro la hora...son pasadas la 1:30 de la mañana. Miguel se fue a la entrada de la estación a ver si habia algun personal de seguridad que nos pudiera sacar de ahi. Me he quedado solo por el momento, sentado en el banquillo de espera, recordando lo bien que lo habíamos pasado esa noche. Fue una fiesta increíble. Camila en verdad sabe hacer fiestas. Ella es tan hermosa. Llego a preguntarme si la volveré a ver. Eh? ¿Pero en que diantre estoy pensando? Claro que la voy a volver a ver. Si no nos sacan de aquí esta noche, solo será esperar a que abran la estación mañana y listo, todo arreglado. Aun así me desespera estar aquí metido. No nos dimos cuenta de a que horas cerraron la estación. Miguel volvió, sin suerte. Inmediatamente nos relajamos y concluimos que solo será cuestión de esperar hasta mañana.

Me desperté de repente. Algo me habia picado las costillas. Me levanté y vi que era un señor con un bastón y una pierna ortopédica. Tenía la camisa remangada para lucir un costoso reloj de oro. Nos preguntó si nos quedamos atrapados también. Le respondí que sí. Volteé a ver y vi que Miguel se estaba quedando dormido de nuevo. El señor nos dijo que nos levantáramos, habia encontrado una manera de salir; solo habia que bajar a las vías del tren e ir a la siguiente estación, que era una estación muy usada y que constantemente se saturaba de gente. Por lo que la mantenían siempre abierta. Miguel ni se inmutó. Decía que para que molestarse. Eran como las 4:30 de la madrugada y la estación abría a las 6:00. Solo seria cuestión de esperar en lugar de arriesgarnos a que nos atropellara un tren. Le di la razón a Miguel y decidí quedarme en la estación. El señor nos dice que hagamos lo que queramos y se baja a las vías del tren para perderse en la oscuridad.

En ese momento me asaltó una duda y se la conté a Miguel. Él era como un hermano mayor para mí, y si él no sabia la respuesta a algo, me era difícil saber quien sí la sabría. Le pregunté que si la siguiente estación estaba abierta, entonces por qué no habia pasado ni un solo tren en toda la noche. Miguel se despertó de repente. Era una buena pregunta, y no podían estar todos retrasados por mas de cinco horas...era algo ilógico. Miré nuevamente el reloj y vi. Que eran las cinco en punto. Solo quedaba una hora. Intente dormirme otra vez cuando un grito desgarrador nos despertó de repente. El grito salió de la profundidad del túnel y de inmediato supimos que aquel hombre que nos despertó estaba en problemas. Nos levantamos y fuimos al borde con la intención de ir a ver que pasaba, pero el miedo de que fuéramos los siguientes en gritar nos impedía mover un músculo.

Finalmente lo vimos. Aquel hombre atravesó las vías del tren corriendo, llorando y suplicando por su vida, y se perdió en la oscuridad del túnel del otro lado. Me preguntaba que habia pasado. Y justo en ese momento vimos lo más aterrador que nos hubiéramos imaginado. Del túnel por el que salio el señor salió algo. Era un hombre, o eso parecía. Llevaba una capa negra con capucha que le cubría todo el cuerpo. Solo se veia aquella capa. De repente un brazo se asomó por uno de los tantos pliegues de la capa se asomó un brazo. Pensé que seria un brazo esquelético y putrefacto, típico de un fantasma, pero no. El brazo era fuerte y musculoso, muy bien formado. Lo que paraba nuestros corazones era que la piel era de un color azul negrusco y en lugar de uñas tenia garras, similares a las de un águila. Finalmente nos dimos cuenta de su intención, estaba señalando hacia el túnel por el cual se fue el señor de la pierna ortopédica. La oscuridad empezó a cambiar, a tomar forma. No podía creer lo que estaba pasando, Miguel estaba paralizado y temblando. Finalmente la oscuridad se transformó en un enorme lobo negro del cual lo único que se podía distinguir además de su silueta eran sus penetrantes ojos y sus brillantes colmillos. El lobo emprendió la carrera hacia donde su amo le señalaba y volvimos a escuchar el desgarrador grito de ese señor. El lobo reapareció y se acerco a aquel espectro. Fue felicitado por su labor con una caricia en el hocico y de repente el lobo regurgitó la pierna ortopédica, que ahora estaba llena de símbolos y runas extrañas, y también el reloj de oro. El espectro recogió la pierna y dijo algo...su voz era profunda, ancestral y gutural...nunca lo olvidare...dijo:

Sucio lujurioso, ahora tu hija podrá dormir tranquilamente sabiendo que no será victima tuya. Recibe el juicio de Minos. Requiescat in Pace.

Miguel finalmente reaccionó y me dio un codazo para que yo también reaccionara. Y me dijo rápidamente al oído que teníamos que salir de allí. El espectro volteó a vernos. No veía su cara, ni sus ojos, pero podía sentir que nos miraba. Miguel grito que nos largáramos y cuando nos dimos la vuelta para salir corriendo el espectro estaba frente a nosotros. Su capa se movía como si fuera más ligera que el aire y empezó a rodearnos, como alistándose para devorarnos. Miguel se quedó mirándolo fijo. Lo conocía muy bien y sabía que estaba rezando en su mente. Yo no sabia que hacer. Tenía muchos pensamientos en la cabeza. ¿Que nos iba a hacer? ¿Que pasaría con nuestras familias? ¿Nos torturará o moriremos instantáneamente? Juro que en ese momento lo que mas quería era que me diera un paro cardiaco, para salir de aquel horror de una vez por todas. Incluso forcé a mi corazón a que se detuviera, sin éxito.

No vuelvan.

Fue todo lo que nos dijo. Entonces oímos como abrían la reja de la estación y empezaban a entrar un par de personas. Volteé a ver y aquel ser habia desaparecido. Agité a Miguel y le dije que nos fuéramos y tomáramos un taxi mejor. Miguel aceptó de inmediato y nos fuimos lo más rápido posible. Dos días después le conté esa historia a Camila, y me dijo que ese era el espectro de Goutenborough, o que al menos le decían así por que solo se aparecía en esa estación. También me contó que por raras razones mucha gente se queda encerrada en esa estación y decían haberlo visto. Pero que eran avistamientos ocasionales, pues admitió que nunca habia escuchado algo como lo del lobo. Cuando salí de su casa pasé junto a la estación Gountemborough y se me erizó la piel. Al lado mío pasó un chico como de mi edad, lo reconocí de inmediato. Solía asaltar gente cerca de la universidad. Me detuve de repente al ver que empezó a descender por la escalera hacia la estación. No me atrevía a decirle lo del espectro. El ni me conocía, creería que soy un lunático.

En cuanto entró a la estación las rejas se cerraron. Un celador pasó frente a mí y coloco un candado en la reja. Estaba a punto de decirle que iba a dejar a ese chico encerrado cuando se dio la vuelta y me saludo quitándose el sombrero de guardia. En ese justo instante reconocí el reloj de oro, ahora puesto en la muñeca de aquel celador. Le respondí el saludo levantando ligeramente la mano. Él pasó junto a mi y cuando voltee a ver habia desaparecido. Supe de inmediato lo que estaba pasando y corrí tan rápido como pude. Nadie volvio a asaltar gente cerca a la universidad.
. Si no nos sacan de aquí esta noche, solo será esperar a que abran la estación mañana y listo, todo arreglado. Aun así me desespera estar aquí metido. No nos dimos cuenta de a que horas cerraron la estación. Miguel volvió, sin suerte. Inmediatamente nos relajamos y concluimos que solo será cuestión de esperar hasta mañana.

Me desperté de repente. Algo me habia picado las costillas. Me levanté y vi que era un señor con un bastón y una pierna ortopédica. Tenía la camisa remangada para lucir un costoso reloj de oro. Nos preguntó si nos quedamos atrapados también. Le respondí que sí. Volteé a ver y vi que Miguel se estaba quedando dormido de nuevo. El señor nos dijo que nos levantáramos, habia encontrado una manera de salir; solo habia que bajar a las vías del tren e ir a la siguiente estación, que era una estación muy usada y que constantemente se saturaba de gente. Por lo que la mantenían siempre abierta. Miguel ni se inmutó. Decía que para que molestarse. Eran como las 4:30 de la madrugada y la estación abría a las 6:00. Solo seria cuestión de esperar en lugar de arriesgarnos a que nos atropellara un tren. Le di la razón a Miguel y decidí quedarme en la estación. El señor nos dice que hagamos lo que queramos y se baja a las vías del tren para perderse en la oscuridad.

En ese momento me asaltó una duda y se la conté a Miguel. Él era como un hermano mayor para mí, y si él no sabia la respuesta a algo, me era difícil saber quien sí la sabría. Le pregunté que si la siguiente estación estaba abierta, entonces por qué no habia pasado ni un solo tren en toda la noche. Miguel se despertó de repente. Era una buena pregunta, y no podían estar todos retrasados por mas de cinco horas...era algo ilógico. Miré nuevamente el reloj y vi. Que eran las cinco en punto. Solo quedaba una hora. Intente dormirme otra vez cuando un grito desgarrador nos despertó de repente. El grito salió de la profundidad del túnel y de inmediato supimos que aquel hombre que nos despertó estaba en problemas. Nos levantamos y fuimos al borde con la intención de ir a ver que pasaba, pero el miedo de que fuéramos los siguientes en gritar nos impedía mover un músculo.

Finalmente lo vimos. Aquel hombre atravesó las vías del tren corriendo, llorando y suplicando por su vida, y se perdió en la oscuridad del túnel del otro lado. Me preguntaba que habia pasado. Y justo en ese momento vimos lo más aterrador que nos hubiéramos imaginado. Del túnel por el que salio el señor salió algo. Era un hombre, o eso parecía. Llevaba una capa negra con capucha que le cubría todo el cuerpo. Solo se veia aquella capa. De repente un brazo se asomó por uno de los tantos pliegues de la capa se asomó un brazo. Pensé que seria un brazo esquelético y putrefacto, típico de un fantasma, pero no. El brazo era fuerte y musculoso, muy bien formado. Lo que paraba nuestros corazones era que la piel era de un color azul negrusco y en lugar de uñas tenia garras, similares a las de un águila. Finalmente nos dimos cuenta de su intención, estaba señalando hacia el túnel por el cual se fue el señor de la pierna ortopédica. La oscuridad empezó a cambiar, a tomar forma. No podía creer lo que estaba pasando, Miguel estaba paralizado y temblando. Finalmente la oscuridad se transformó en un enorme lobo negro del cual lo único que se podía distinguir además de su silueta eran sus penetrantes ojos y sus brillantes colmillos. El lobo emprendió la carrera hacia donde su amo le señalaba y volvimos a escuchar el desgarrador grito de ese señor. El lobo reapareció y se acerco a aquel espectro. Fue felicitado por su labor con una caricia en el hocico y de repente el lobo regurgitó la pierna ortopédica, que ahora estaba llena de símbolos y runas extrañas, y también el reloj de oro. El espectro recogió la pierna y dijo algo...su voz era profunda, ancestral y gutural...nunca lo olvidare...dijo:

Sucio lujurioso, ahora tu hija podrá dormir tranquilamente sabiendo que no será victima tuya. Recibe el juicio de Minos. Requiescat in Pace.

Miguel finalmente reaccionó y me dio un codazo para que yo también reaccionara. Y me dijo rápidamente al oído que teníamos que salir de allí. El espectro volteó a vernos. No veía su cara, ni sus ojos, pero podía sentir que nos miraba. Miguel grito que nos largáramos y cuando nos dimos la vuelta para salir corriendo el espectro estaba frente a nosotros. Su capa se movía como si fuera más ligera que el aire y empezó a rodearnos, como alistándose para devorarnos. Miguel se quedó mirándolo fijo. Lo conocía muy bien y sabía que estaba rezando en su mente. Yo no sabia que hacer. Tenía muchos pensamientos en la cabeza. ¿Que nos iba a hacer? ¿Que pasaría con nuestras familias? ¿Nos torturará o moriremos instantáneamente? Juro que en ese momento lo que mas quería era que me diera un paro cardiaco, para salir de aquel horror de una vez por todas. Incluso forcé a mi corazón a que se detuviera, sin éxito.

No vuelvan.

Fue todo lo que nos dijo. Entonces oímos como abrían la reja de la estación y empezaban a entrar un par de personas. Volteé a ver y aquel ser habia desaparecido. Agité a Miguel y le dije que nos fuéramos y tomáramos un taxi mejor. Miguel aceptó de inmediato y nos fuimos lo más rápido posible. Dos días después le conté esa historia a Camila, y me dijo que ese era el espectro de Goutenborough, o que al menos le decían así por que solo se aparecía en esa estación. También me contó que por raras razones mucha gente se queda encerrada en esa estación y decían haberlo visto. Pero que eran avistamientos ocasionales, pues admitió que nunca habia escuchado algo como lo del lobo. Cuando salí de su casa pasé junto a la estación Gountemborough y se me erizó la piel. Al lado mío pasó un chico como de mi edad, lo reconocí de inmediato. Solía asaltar gente cerca de la universidad. Me detuve de repente al ver que empezó a descender por la escalera hacia la estación. No me atrevía a decirle lo del espectro. El ni me conocía, creería que soy un lunático.

En cuanto entró a la estación las rejas se cerraron. Un celador pasó frente a mí y coloco un candado en la reja. Estaba a punto de decirle que iba a dejar a ese chico encerrado cuando se dio la vuelta y me saludo quitándose el sombrero de guardia. En ese justo instante reconocí el reloj de oro, ahora puesto en la muñeca de aquel celador. Le respondí el saludo levantando ligeramente la mano. Él pasó junto a mi y cuando voltee a ver habia desaparecido. Supe de inmediato lo que estaba pasando y corrí tan rápido como pude. Nadie volvio a asaltar gente cerca a la universidad.

FOTOGRAFIAS

Recuerdo aquellos viejos tiempos en los que solía viajar a muchos de los pueblos. Pero hubo un extraño suceso en uno de ellos. Gupal, se llamaba un pequeño lugar despoblado y frío...
Llegando allí sentí una sensación muy extraña, como si alguien estuviera presionando mi torso, fue algo inexplicable. Alquile un pequeño cuarto, eran apenas las 6:00 p.m., pero ya estaba oscureciendo, la noche se acercaba, entonces me retiré del cuarto, y salí a tomar aire y a fumar un cigarrillo, habia muy poca gente, me rodeaban 4 o 5 casas viejas, desmoronadas por las lluvias y los fuertes vientos; pero una llamo mi atención, era mas grande que las demás, y mucho mas vieja, miré a la ventana que habia en el segundo piso, habia una niña que miraba profundamente al cielo, con sus negros cabellos lisos, y su plomiza cara pálida, me quede mirándola, pero un mendigo vino a molestarme, le di unas monedas y regrese a mi hospedaje. Me puse la ropa de dormir y me eché a descansar un rato, hasta que llamaron a mi puerta...!señor, aún no ha cenado!,aquí tenemos un buen comedor.
Me vestí nuevamente y baje a cenar. Entonces la dueña me empezó a platicar del pueblo. Y por curiosidad le pregunte quien vivía en esa casa tan antigua que vi. Nadie.
-me respondió-, en esa casa desaparecieron todos, nunca se supo mas de ellos, algunos creen que se mudaron a la ciudad, otros dicen que una bruja les hecho una maldición...tontas historias. La policía vino a inspeccionar la casa pero no se encontró ni rastro de ellos, lo raro, fue que todas sus pertenencias seguían allí. Ese lugar esta abandonado, nadie del pueblo entra allí, por miedo a que les caiga una maldición...Entonces, no necesito ningún permiso para entrar allí.
Si usted desea puede entrar, pero asegúrese de que nadie lo vea, porque lo echaran del pueblo, por sus tontas historias e ideas.

Después de la cena me dirigí hacia esa casa, pensando en quien era esa extraña niña, o que hacia allí. Llegue a la puerta, me fije en que no hubiera nadie a mi alrededor, y me decidí a entrar, todo estaba oscuro y lleno de telarañas, por suerte habia traído mi linterna, era muy tétrico y tenebroso, sobre una pequeña mesa, estaba puesto un pequeño libro, me dedique a revisarlo, habia un montón de fotografías en blanco y negro, algunas de ellas eran fotografías de una familia, otras eran de paisajes, y de una boda. El cerrar de una puerta arriba se escuchó, quise subir pero estaba aterrorizado, no sabia lo que iba a pasar luego, y entonces salí de allí, y me fui a dormir, llegando me di un baño y me acosté, me quede pensando un momento en la casa, en que podía haber ocurrido allí, y en el misterio que ocultaba; me acorde que habia traído el libro que encontré en ese lugar. Lo busqué en mi saco y me puse a ver cada una de las fotos.
En una de ellas encontré a la niña que vi en la ventana, y empezó latirme el corazón, y me pregunte como puede vivir hasta ahora, y con la misma edad...!,y entonces oí un llanto, me dieron escalofríos, y fumé un cigarrillo, para calmar mis ansias. Convencido que todo esto eran alucinaciones mías, me eché en la cama. Todo estaba muy bien hasta que tuve una pesadilla; soñé que la niña se cortaba la parte superior de los dedos, alguien que también vi en la foto la estaba mirando, riéndose maniáticamente, fue muy aterrador, me desperté con el corazón agitado y el cuerpo sudando. Ya no pude soportarlo más, así que estaba decidido a volver a mi ciudad al dia siguiente. Mientras alistaba mis cosas esa misma noche, las ventanas se abrieron, corría un fuerte viento, hasta que entró por mi ventana una carta escrita con sangre, decía !ayúdame¡.

Volví a entrar a esa casa, y vi la aparición de la niña, estaba llorando, y tenia la parte superior de los dedos cortados. Ella se fue corriendo y dejo, algunas fotos en el suelo, vi una de un pervertido que la estaba violando y ahorcando a la vez. Era el mismo tipo que vi en las otras fotos, al parecer fue su padre, me estremeció pensarlo..., también vi otras donde le hacia lo mismo a una mujer, saqué mis conclusiones, y pensé que ese tipo era el padre de la niña y esposo de la mujer, ya sabia como habían muerto...mi gran pregunta fue, a donde fue ese tipo, y quién pudo ser capaz de tomar esas fotos...?,todo en mi cabeza daba vueltas. Se lo entregué a la policía del pueblo para que ellos lo investigaran, tuve que convencerlos, porque no me creían...y el fantasma de la niña no volvio desde que la enterraron, y su alma descansó en paz...

miércoles, 27 de enero de 2010

Los pedófilos se atribuyen un gran amor a los niños.

Los pedófilos se atribuyen un gran amor a los niños.

Asi lo suelen manifestar en sus sitios y se lamentan de ser malinterpretados. Sin embargo, su idea del "amor" es absolutamente falsa.
No aman personas. De hecho, cuando el niño deja de ser tal (ellos hablan de su AOA, su edad de atracción) y se convierte en persona adulta, dejan de "amarlo". Es decir, aman cualidades y no personas. De hecho, muchos se lamentan de que los niños no se quedaran asi para siempre...
Luego, la falta de empatía. Ellos creen que al niño le "gusta" lo que ellos desean, lo que no es asi. ¿A que niño no le gusta crecer y ser fuerte, libre, autonomo? ¿A que criatura le gusta que la degraden a un objeto? Tal vez no lo sepan expresar, pero se dan cuenta cuando alguien los quiere y cuando alguien los usa. Los boylovers o girlovers no los quieren: Ellos quisieran transformarlos en muñecos para su goce.
Y es que en el fondo, el pedófilo es alguien que está corrompido por la lujuria. Dentro de su enfermedad mental descontrolada, no distingue el bien del mal. Su atracción por los niños es sexual, algo impropio y desnaturalizado. Su falsa antropología no le permite advertir otra falsedad, recurrente en sus foros: que tanto llenarse la cabeza de malos deseos, estos finalmente se ponen por obra. Leer "relatos eróticos" con niños, como si estos fueran novias, amantes o prostitutas, ver fotos de niños desnudos o casi, autojustificarse con teorías pseudo científicas unos a otros, tarde o temprano llevará al desastre: a abusar de un niño cuyo "crimen" será ser simpático, ingenuo, confiado y desvalido.
Los pedófilos suelen escandalizarse de los violadores de niños, porque se creen más "civilizados": es decir, harían lo mismo pero no a la fuerza, sino por medio del soborno o la seducción. Es una hipocresia.
El pedófilo es un ser peligrosísimo y los foros y blogs potencian esa peligrosidad al quitarles las inhibiciones de conciencia y darles justificación.
Los foros y blogs a favor de la pedofilia, incitan y borran las fronteras morales.
Hacen apología del delito, de un delito horroroso, y por eso deben ser controlados y condenados.

QUE ASCO DAN¡¡¡¡¡¡¡¡

La locura pedófila no tiene fin.

Segun ellos, el sexo con niños no es malo si el niño "accede" sin forzarlo.

O sea que un adulto de supongamos 45 años penetre a un niño de 5 años es algo normal si el niño no opone resistencia.

ESTAN LOCOS?

Qué piensan al apoyar semejante aberración de una forma tan liviana?

Mentes enfermas, que viven de la masturbación porque jamás podrán consumar libremente sus desviaciones sexuales, estafadores, traicioneros, roba infancias.

Aparentemente inteligentes, cultos y amorosos, esconden pesadillas y malas intenciones en todo lo que hacen. Si uno se les opone o los contradice, no tardan en demostrar su verdadera cara, de espanto, de terror, de dañinos inútiles depredadores sexuales de niños.

Utilizarán cualquier artilugio para tratar de joderte la vida, porque no aceptan que los rechacen.

Es tanta su frustración sexual y social, que se toman de cualquier venganza para hacerte sufrir.

Intentan que te sientas una mierda, te menosprecian, te insultan, se meten con tu familia, con tu integridad, intentan desestabilizarte emocionalmente, todo porque no soportan ser rechazados en sus inmundas intenciones con los infantes.

Se escudan diciendo que jamás tocarían a un pequeño, que son solo pensamientos (deseos) sexuales hacia los niños, como si fuésemos idiotas y no supiésemos que no lo hacen porque saben los que les espera si fuesen descubiertos. No lo hacen porque no tienen oportunidades.

Pongamos a convivir a un pedófilo con niños, que duerma con ellos, que se duchen juntos y vamos a ver si conserva su postura, si realmente no abusa de ellos.


Realmente dan asco. Repugnancia.


Se defienden alegando lo mismo que lastiman. Dan pena, pero no mas pena que la que inspiran los niños que caen en sus manos.

Dan miedo, porque uno no puede confiar en ellos, en su locura, en sus nefastos pensamientos y sentimientos. Cuánto tardarán en hacer realidad sus fantasias sexuales? poco tiempo.


Tenemos por aqui cerca un ejemplo de la locura que puede producir un desequilibrio mental de este tipo, una ola de palabras que confunden y aturden, un vómito de textos sin sentido ni alma.

Agresiones e insultos, menosprecio y altanería, soberbia y despecho, violencia y cobardía.

Toda la mierda junta en una sola persona, dañina por demás.


El no tiene vida.


Se esconde bajo pseudónimos, bajo apariencias que no existen. Escribe bonito para tratar de resguardar su propia mierda. Y cuando alguien le señala lo cruel de su ideología, se victimiza, llora y se lamenta, pide por favor y suplica piedad.

El horror representado en un hombre adulto..


Cobarde mas bien. Traicionero y mentiroso. Abusador de todo aquel que lee sus textos y se deja influenciar por su palabrerío y su personaje que intenta escalar a un punto al que nunca llegará.

Inventa un poderío que solo existe en su imaginación, una madre despreocupada, un padre ausente, un familiar violador, un abuso para justificar sus perversiones en la actualidad.

Lo que no puede ver que NADA DE ESO justifica que el haya abusado sexualmente a una niña, ni que defienda tal perversión.

Llora, llora y sin embargo sigue abusando de la niñez. Cuenta que fue abusado sexualmente para justificar que es un abusador, y pide piedad cuando el mismo no la tiene.


No le demos identidad a estos personajes, no visitemos sus blogs ni siquiera por curiosidad, porque cuanto mas los leamos mas creerán y seguirán con sus argumentos.

Recordemos a los niños que tenemos en nuestras familias, hijos, sobrinos, hermanitos, etc.

Estos tipos los desean sexualmente, no lo olvidemos.

Tomemos partido por nuestros niños.


FUERA PEDOFILOS

SIN TITULO

He leído en un blog que la Navidad para los niños abusados suele ser muy angustiante, porque la mayoría de los abusos sexuales ocurren en el ámbito familiar.
Eso me llevó a un episodio que viví hace unos años y el cual me gustaría contarles.
Era una nochebuena, la familia reunida, estaba yo en la casa de un amigo saludándoles pronto a regresar a mi casa con mi familia.
Una niñita, sola sentadita silenciosa, de unos tres años aproximadamente, estaba triste y no jugaba. Me llamó la atención que mientras todos se divertían con música y algunas estrellitas ella esté solita, mirando todo desde lejos sin participar.
Su madre tenia un protagonismo absoluto entre sus familiares, el centro de atracción, reía, hablaba casi gritando, cantaba, se divertía, sin advertir a su hijita. Atribuí el comportamiento de la niña al carácter de su madre, pensé: con una madre así cualquier niña sería tímida.
Me llamó mucho la atención igualmente el cuidado sobreprotector de su padrastro, el novio de su madre, advertí que le insistía que cambie la cara, que se divierta, que juegue con los otros niños, a lo que la pequeña se negaba, casi al borde del llanto.
Con el tiempo mis sospechas se confirmaron, ese hijo de puta abusaba de la niña.
Se supo cuando la niña comenzó el jardín de infantes, lo manifestó con dibujos.
Su madre nunca mas volvió a reir y a tener ese carácter exageradamente alegre. Volví a verlas unas navidades mas tarde y ambas habían cambiado mucho.
La niña seguía igual de triste y quieta, y su madre sosteniéndola en su regazo la abrazaba y no se alejaba de ella.
Hablando con mi amigo, supe que la niña estaba bajo terapia psiquiátrica al igual que su madre, y que ambas no podían superar facilmente el abuso sexual de la niñita.
Anoche volví a verlas, la niña jugaba con estrellitas y ya no miraba a los otros niños sentada distante, estaba de pie y hasta sonreía.
Admiro a su madre, su fortaleza, y la valentía con la que acompañó a su hijita en ese momento tan difícil, el haberle creído y alejado de su agresor sexual.
Supe también que la niñita amaba a su padrastro de entonces, e imaginé el gran dolor que había significado para ella perderlo a pesar de todo. Aunque la haya lastimado para siempre, aunque la haya corrompido. Lejos de el comenzaría a sonreir plenamente y su vida cambiaría para bien.
Su madre estará para cuidarla, para vigilarla de estos amorales desquiciados, para que nunca mas vuelvan a lastimarla, sin dudarlo la defenderá con su vida.
Publicado por ALEJO en 21:35 1 comentarios
lunes 2 de noviembre de 2009
LAZANDURI o CORCELES DE HAMELIN (Tomas666)
bue... veo que no tienes paz conmigo. Me dejaste 10 comentarios en este blog, larguísimos.
Como ves no te recuerdo mas.
No te niego, hay millones como tu, pero yo soy diferente. Asi que... allá tu con tus ideas y acá yo con las mias.
Me ofendiste demasiado, creo que fuiste mucho peor que yo contigo.
En todo caso sigues siendo ANONIMO en todas partes, en cambio tu mansillaste una familia.
Eso no lo explicas en este blog ni en los otros que abres para descargar tus frustraciones.
Lo que hiciste a Mariel no tiene perdón.
Ella ES MI HERMANA, solo quiso ayudarte y cometió errores, habló por mi tan solo para hacerte bien, usó mi nombre tan solo para que no peleemos mas, para que dejes de atacarme y yo a ti, el que te agredió siempre fui YO no ella.
Y si la ip coincide es porque usamos la misma cuenta en dos computadoras distintas, la ip es variable siempre, asi que no digas ese cuentito de la ip. Alguna vez pudo haber coincidido, no siempre.
Toda tu teoria sobre la pedofilia me la paso por el culo, imprimo esto y me limpio el culo con ello. No me importa, es tu problema, no quiero saber mas nada contigo, para mi estas MUERTO.
Lo que le hiciste a ella te mató para mi y para ella tambien afortunadamente se deshizo de ti. Ahora enterate: somos dos personas distintas.
Alejandro existe y si no te rompo la cara a golpes es porque no tengo la oportunidad, ya que no das la cara, te escondes, realmente me gustaría golpearte por haberla lastimado tanto.Por llamarla abusadora de sus propias hijas.
No tienes perdón y por eso no volveré a hablarte jamás.
Metete conmigo, no con ella. Ella fue buena contigo, te dió su familia, dió la cara contigo, pudiendo ser anonima no lo hizo, confio en ti, y para que? la abusaste y a sus hijas tambien. Y despues te la das de bueno, te victimizas, si quedó claro que eres un abusador, un desagradecido y un gran estafador. Hasta publicaste su nro telefonico. Eso no se hace,cobarde, tan solo por tu orgullo herido.
Poco hombre.
Infame cobarde resentido.
No tienes perdón.
Toda tu teoria no servirá en tu caso, tal vez con otros hombres si, porque eres una mierda de persona, un mal tipo, un infame traicionero.

PUDRETE EN TU MIERDA.